Después de tener un antesala llena de problemáticas sociales en el país organizador, de un escándalo de doping en la delegación rusa, de todas las malas condiciones de las instalaciones, cualquiera hubiera pensado que estos Juegos Olímpicos iban a pasar desapercibidos o antes muy criticados. No es el primero que tiene esas preocupantes expectativas ni creo que será el último. Pero por alguna razón, todas las diferencias que uno tiene con este evento se caen o quedan en un segundo plano cuando se ve la emoción de tantos atletas por conseguir el oro. Me resulta interesante de analizar por qué de repente todos nos emocionamos con el levantamiento de pesas, el atletismo, la natación, deportes que no solemos ver en televisión todos los días o que no pagamos boletas para verlos en vivo.
Debe ser por el hecho que este es un evento deportivo que no recibe mucha atención y quiénes quieren hacer parte de él deben luchar todos los días por querer conseguir un sueño relativamente imposible. Lo digo por qué estas personas no reciben ningún tipo de apoyo estatal ni popular pero igual luchan contra cualquier pronóstico.
También es por qué nos suelen mostrar el lado más humano de cualquier deportista
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